se desintegra si es olvido.
No hay azar,
en el pasar de la vida.
Como cerilla que enciende el pabilo,
así comienza nuestra existencia.
Damos luz,
alumbramos caminos.
Penetramos lugares,
mostramos nuestro brillo.
Esparcimos nuestro aroma,
a medida que nos derretimos.
Con el tiempo llega nuestro final,
una llama cálida y pequeña.
De pronto sopla una brisa...
y nos apagamos así nomás.
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