En la orilla te encuentro,
tu boca sedienta,
de lagos,
lagunas y ríos.
La dulzura del agua,
con su templanza,
abraza tu sed,
evoca el apaciguo.
Navegas seguido,
por cursos mansos,
te quedas varada,
buscando el alivio.
Silencios repletos,
palabras lejanas,
veleros dormidos,
con paz de palomas.
En soledad,
el alma calla,
nadie navega,
y tu contemplas el olvido.
Christian Schloe
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