Te espero
en las agujas del reloj, a la hora precisa
en el minutero
perfecto.
Te espero
en la bisectriz
del segundero,
donde nuestras miradas
se pierden en el tiempo.
Donde la relatividad
de nuestras bocas,
busca diluir el espacio
para volver a encontrarnos.
Y así sentir tus caricias
a las “Five O´Clock”,
creyéndonos, unos londinenses del amor...
al momento, de amarnos.
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