He descubierto que cuando el alma,
atraviesa un dolor profundo,
transforma la percepción,
todo se lo ve distinto,
se concibe de otra manera.
Se comienza a ver lo que no se veía,
sentir un amor especial por la naturaleza,
la nostalgia nos atraviesa,
hay plenitud del cuerpo con el ambiente.
Por otra parte percibimos lo finito,
como la única posibilidad del ser humano,
del cuerpo en la tierra,
aprovechando al máximo el saber que estamos vivos.
Muchos desean quedarse en este dolor,
el sufrimiento es creativo,
abre puertas que se encontraban cerradas,
pero no se puede vivir del negro.
Pilar Muñoz Benito
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